Hola César,

Recogí la carta y gracias por el poncho que mi cuñada me envió, me ha servido de mucho en las noches frías de Europa. En estos días hemos estado ocupados dando charlas a soldados sobre la construcción de puentes emergentes, luego viajamos al poblado de Vimy, en donde se han desarrollado una de las peores batallas de ese sector.

Los alemanes dominaban esa zona y fue atacada tres veces, creo. Dos veces por los franceses, esto es lo que me contaron. De todas formas, franceses e ingleses intentaron tres veces tomar Vimy Ridge, y se decidió que era el turno de las tropas canadienses en Vimy, el 9 de abril. Todo el cuerpo expedicionario estaba allí, incluso la artillería. Bien, ellos partieron por la mañana al alba, sobre las cinco y media, y abrieron fuego sobre la misma hora. Fue algo terrible. No podían hablar, no podían hacer nada. Sabes, era como un rumor o ruido regular, una y otra vez. Se preparó el terreno. Habían tenido un bombardeo tres semanas antes en los puntos débiles alemanes, por eso no se habían movido, debían permanecer allí. Un soldado me contaba: “Ellos tenían en sus mentes que ya estaba bien, no tocaron nuestros puntos fuertes, estaba bien, no nos movimos. Teníamos nuestra aviación sobrevolando dándonos información, y luego nos mantuvimos allí durante tres semanas, y en la mañana del nueve de abril a las cinco y media de la mañana, lanzaron el gas. Los paralizamos, realmente los paralizamos muy fácilmente. Teníamos el trabajo hecho. Esperaban que se alargase unos tres días, y sobre la mañana de ese mismo día ya estábamos en la cima de Vimy. Luego yo fui herido allí, no alcancé Vimy por mí mismo, fui herido antes.”

Cuando llegamos los habitantes regresaban poco a poco al pueblo, solo se veían caras cabizbajas y resignadas, no había odio contra el enemigo, solo resignación.

Me toqué con una columna de prisioneros alemanes, los primeros que veo desde que llegué a Francia. No eran lo que yo me imaginaba. ¿Te acuerdas del Padre Superior en el colegio San Gabriel en Quito? El nos decía que todos los alemanes como él eran estrictos, orgullosos y sin temor a nada. Si vieras los que vi acá. Hombres derrotados, cansados, heridos muchos, sólo eran gente sencilla, sólo querían paz, igual que todos. Chapuceando el alemán que aprendimos en el colegio, les preguntaba que opinaban de la guerra y ellos me contestaban diversas opiniones, pero ninguno a favor de ella. Se sentían engañados por los políticos, estaban hartos de tanta masacre, que incluso para ellos era un alivio ser prisioneros, porque así estarían seguros de sobrevivir y poder regresar después a sus hogares.

Después fuimos de inspección por donde ocurrió la batalla, caminábamos con cuidado, por temor a las bombas sin explotar, todo era lodo, nos hundíamos hasta las rodillas, soldados ingleses, canadienses y franceses nos saludaban a nuestro paso. En una fosa habían colocado un sinnúmero de cadáveres que no se distinguían de quienes eran, enemigos en la vida, iguales en la muerte. También puede ver de cerca a los famosos tanques, unas semejantes moles de acero, ¡cómo no iban a tener miedo los alemanes a ver semejante monstruo írseles encima! Ya te enviaré fotos de ellos.

En estos días que estuvimos en Vimy, no dejamos de ver, creo que miles de prisioneros alemanes en todos estos días, no sé donde cabrán tantos hombre ni como harán para alimentarlos y curar a los heridos, hermano, muchos están mutilados y no creo que sobrevivan.

Qué triste es todo esto, en fin, en pocos días volveré a París, pues están a punto de llegar las tropas de los Estados Unidos, al mando está el general Pershing, creo que ese es su apellido, acá todos hablan sólo de él, dicen que él acabará con la guerra, bueno Dios quiera que se acabe pronto.

Dile a mi sobrino Efraín, que ya le mandé el cuchillo y el casco alemán que tanto me pidió, creo que demorará en llegar allá, también te mandé algunas postales. Bueno saluda a todos, te escribiré cuando vaya a ver a los norteamericanos.

Abrazos.

Enrique.