Inspeccionando un campo de batalla


Inspeccionando un campo de batalla



Carta Nº 7







Cesar

Hoy llegamos a un sitio llamado Oppacchiasella, desde este punto cesa todo movimiento, toda vida. Entrando en el terreno de la lucha, penetrando en el campo de batalla, allí donde se revolvieron grandes masas de combatientes se advierte una espantosa soledad. Cuanto se ve está muerto, muerto el camino, muertas las casas, muertas las plantas, muerta la misma tierra, toda herida, desgarrada, como si una azada gigantesca hubiese subvertido el suelo.

Hermano, por dondequiera se ve el tono gris de las piedras desmenuzadas y el color oscuro de los terrones frescos. Parece que la vida se haya sepultado y que solo la muerte subsiste. Pasa de cuando en cuando como un soplo de muerte, un halito de tumba.

El campo que veo está totalmente destruido, los germanos para alcanzar los caminos que se dirigen al Vallone, han bombardeado hasta el mismo cementerio de la población y se han cebado en las tumbas, y más de una cruz antigua fue lanzada fuera del sagrado recinto, mas allá de la pared de cerca, derrumbada a trechos. Atravesamos el pueblo. Las casas se hundieron obstruyendo la calle. Es una visión de terremoto. Una plazoleta que debió de haber sido pintoresca con sus copudos arboles que rodean el pozo tiene el aspecto de un montón de escombros que mudan continuamente de aspecto. Es que las granadas enemigas la buscan.

Las posiciones de donde arranco el asalto están cerca. Paredones y zanjas, agujeros y abatidas, sacos de tierra reventados, el desorden de cosas abandonadas, la dispersión de objetos que deja un combate. De un contingente de soldados que se abalanza con furia, caen saquitos, cascos, paquetes de cartuchos, granadas de mano, vainas de bayoneta, escudillas, como si la masa de hombres que se lanza vehemente bajo el fuego enemigo fuera revuelta y contenida por la furia de un ciclón, por una fuerza que desgarra y arranca cuanto puede.

Tenemos que subir, bajar, saltar, salvar mil obstáculos a través de la tierra encrespada como un oleaje, entre los peñascos, las jaras, los arboles caídos, los hoyos de las Tenemos que subir, bajar, saltar, salvar mil obstáculos a través de la tierra encrespada como un oleaje, entre los peñascos, las jaras, los arboles caídos, los hoyos de las granadas, las alambradas que muerden, los cascos de proyectiles que parecen que nos caen encima. Se siente la impresión de que por allí ha pasado un huracán, de que allí aconteció un cataclismo, Aquella inmovilidad y aquella soledad hablan de ímpetu, de tumulto, de violencia inaudita.

Realizamos nuestras observaciones, hacemos anotaciones en nuestras libretas para no olvidar ni el mas mínimo detalle, toda imagen, todo hecho debemos plasmarlos en el papel, pues cuando regresemos tenemos que dar información de lo que hemos visto, para eso estamos aquí.

Hermano, abrazos.



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ACOTACIONES.-


Apenas desplegados, los batallones de vanguardia vieron con horror como el bombardeo –tal y como el alto mando había previsto- saltaba de las trincheras avanzadas alemanas hacia sus nuevos objetivos. Al cesar el bombardeo, los soldados alemanes llenaron sus trincheras y, casi al mismo instante, un tremendo fuego de ametralladoras barrió la tierra de nadie. Así pues, el ataque fracasó antes de la hora 0. Uno de los batallones había perdido todos sus oficiales a las 7.28 am. Los soldados morían y eran heridos por centenares. Los batallones de las siguientes oleadas no tuvieron mejor destino. A las 7:25 am los alemanes no sólo abrieron un intenso fuego de barrera sobre el frente inglés y sobre las trincheras de comunicaciones, con lo que muchas unidades fueron aniquiladas antes de salir de sus trincheras. Todos los intentos de presionar y atacar fracasaron en tal caos. Los que intentaron abandonar las trincheras y avanzar fueron arrasados por la tormenta de fuego, como el 13 York & Lancaster Batallion, que sufrió 400 bajas antes de alcanzar las trincheras avanzadas desde las que debían atacar. Continuar atacando era absurdo, por lo que a mediodía se ordenó cesar los ataques y preparar posiciones defensivas ante la inminente contraofensiva que se esperaba que los alemanes lanzarían. En total, de los 6.750 hombres que se lanzaron al combate, 4.300 murieron o fueron heridos.




Torretón alemán capturado por los franceses


Nido de ametralladoras que tantas bajas causó a los franceses en la batalla


Trinchera alemana destruida por el cañoneo francés


Inmenso cráter producido por un obús de procedencia inglesa o francesa


Equipo de ingenieros ingleses dirigiéndose a algún punto de la zona de batalla


HECHOS CULMINANTES
4 de abril.- La prensa alemana opina que la entrada de los Estados Unidos en la alianza de las naciones contraria no tendrá influencia decisiva en el resultado de la lucha. Los ingleses se apoderan del pueblo de Metz-en-Couture. Violenta lucha de artillería en el Carso.
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